miércoles, 1 de septiembre de 2010

Mi Libro de Arena

II

Ahora no eres tan solo un sueño, también eres mi insomnio...


Acostumbraba a salir a correr por las tardes, mi lugar predilecto era una pista olímpica, no se, me gustaba esa sensación al pisar el tartán, ilusoriamente me sentía en un lugar lejano, más ligero, más rápido, en los tramos de cien metros cerraba los ojos a veces, por suerte nunca choqué con nadie más. Mi hora predilecta eran las cinco de la tarde.

Esta historia no sucede sobre el tartán, mas bien sobre tierra algo suelta y algunas secciones empedradas. Todo pasó en el parque.

Ese Lunes andaba un poco más animoso por correr, talvez corriendo haría que el tiempo avanzara más rápido para que sucediera lo que no preví y cambió mi mundo. Cuando me ajustaba mis agujetas y después la sudadera para irme a mi casa al terminar de correr, en una de las entradas del parque me topé con alguien que no conocía, me abordó de manera jovial para preguntar la hora. Sus grandes y brillantes ojos cafés no dejaban de mirarme, su pretexto fué saber la hora, le enseñé mis muñecas en señal de que no traía reloj, no suelo llevar no por miedo a perderlo, sino por miedo a perderme yo en él. Yo no la conocía, pero después de mirarla bien me dieron muchas ganas de conocerla, la estrategia fué sencilla.

Saqué mi celular de mi bolsillo derecho, la miré, miré sus labios, estúpidamente creí que funcionaría mi estrategia: -"¿Y...Cómo te llamas?", ".....", "Que bonito nombre", ":$", -"Oye me das tu número de celular, asi te llamo un día y...te doy la hora". Sonreiste, viste que en mi celular decía que eran cinco para las seis y te dispusiste a caminar en dirección contraria a la que iba yo.

Mañana vuelvo al parque a las cinco, pero esta vez, llevaré mi reloj, ¡uno nunca sabe!


J

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