martes, 28 de septiembre de 2010

Mañana

19-Sep 10:37 pm Jebus~ : "Te veo mañana! Vamos a estar bien"

viernes, 24 de septiembre de 2010

Mi Libro de Arena

VI

...Quiero ver tu risa todo el día

La chava en cuestión está en mi salón, y si no contamos la vez que le lancé una bola de papel que dio justo en su cabeza, nunca me ha volteado a ver, aunque eso si, yo le he intentado hablar, pero al acercarme, una fuerza sobrenatural me aleja de ella cuando intento entablar una conversación o por lo menos preguntarle de alguna tarea.

Tengo el teléfono de su casa que me facilitó su mejor amiga después de estarle rogando dos semanas, ahora no lo recuerdo pero comienza con "uno" y me parece raro, yo siempre había pensado que solo teníamos "dos" para zacatecas y los que inician con "tres" para guadalupe, entonces...¿dónde vive ella que su número comienza con un "uno"?. He llamado desde que lo tengo alrededor de cuatro veces por semana, de esas cuatro talvez solo una me ha contestado ella, reconozco su voz a la perfección.

-¡Hola, me gustas mucho! siempre he querido pronunciar esas palabras, pero después de que se que es ella mi boca no responde y me quedo mudo hasta que escucho el tono seguido, señal de que ya colgó después de diez segundos de no escuchar nada através de la línea. Obviamente nunca confesaré que era yo el que llamaba.

No creo gustarle nunca, ella es bonita, siempre anda muy bien peinada e impecable en su uniforme; yo en cambio rara vez me peino y anda usualmente desfajado y un poco maltrecho.

Se acerca el fin de año y es muy difícil que me la vuelva a topar en la prepa, no se que hacer para llamar su atención, lanzarle cosas, llamar a su casa y decirle que esta fea no parece funcionar, a veces me siento como un niño y ella ya toda una mujer aunque estemos en el mismo salón, somos muy diferentes, veo como de lejos se rie con otras niñas, ojalá se riera de mi.

J

martes, 21 de septiembre de 2010

Otro día

La rosa que me diste el sabado, sigue igual o más bonita...



...Y así sigue nuestro amor también, aún con la distancia.


Hoy: otro día más sin verte

lunes, 20 de septiembre de 2010

Mi Libro de Arena

V

Regresaste...

Hoy en el trabajo sonó mi celular alrededor de las once del día, nada importante, pero el hecho tomó importancia por algo que no consideré. Cuando salí de la casa no me percaté de que una la cinta de mi zapato izquierdo se aflojó, cuando terminó la llamada busqué un asiento cercano para atar bien la agujeta, veinte metros de la puerta hay una banca de piedra con una llamativa bugambilia, caminé hacia ahi y de una dirección contraria alguien más se dirigía a tomar asiento en mi banca.

-¡Buenos días! (acompañado de una sonrisa cortez, pero forzada), la persona no se dirigía hacia la banca, sino que se siguió de frente. Yo tomé asiento y me quedé viendo el contoneo de esta figura que de pronto se detuvo y giro hacia mi, sonrió.

Ya pasaron varios días desde aquel incidente. La que se detuvo y me sonrió no ha vuelto a aparecer, aunque procuro fingir todos los días una llamada a mi celular alrededor de las once del día para salirme de la oficina.


J

sábado, 18 de septiembre de 2010

Seguir

Las despedidas nunca me han gustado, pero estas aunque con sabor amargo, esconden un hasta pronto, los kilometros se nos suman una vez más en domingo ( no me gustan los domingos), pero sé que vendrá otro miércoles, y vendrá un octubre, donde las sorpresas sobran, y jugamos por el kinder delice...

Gracias por dedicarme tu tiempo, y hacer de estos días algo especial.


Te vuelvo a esperar frente a la ventana, no me cabe duda de que volveras, tus ojos y tus besos me lo dicen.

lunes, 13 de septiembre de 2010

Volver a ser

Y en poco más de 24 horas me devuelven la sonrisa, me devuelven las ganas de ser y vivir... vuelve a mi la simpleza y esa cara tonta de felicidad.

Regresa mi adjetivo más calificativo, mi cita favorita, mi sueño más real.

Volvemos a robarnos las noches y los días y a disfrutar de las cosas más pequeñas de la vida, volvemos a ser nosotros...
¡Y siempre los miercoles de mis días favoritos!

sábado, 11 de septiembre de 2010

Filemafobia

... miedo a tus besos, a derretirme en ellos, embriagarme con tu sabor y perder la cordura!

Miedo a no saber de mí, y dejarme llevar... miedo de hacerte lo inimaginable y devorarte completo.

lunes, 6 de septiembre de 2010

Mi Libro de Arena

IV

...Trato de estar hasta en tus sueños

Una enorme tormenta con olor a desamor había escondido el cielo, esa tarde de Otoño en particular no quería dejar el consultorio, el frio del ambiente recorría mis piernas y rogaba que mi secretaria me avisara que tenía otro paciente. -"Ese era el último doctora, nos vemos mañana, no se vaya a mojar!", eran casi las siete y sin ánimos de siquiera levantarme tomé mis cosas y caminé lento a la puerta. Recordé mejores tiempos, él ya estaría en la puerta esperándome, con su sombrilla para que no me mojara y un café y un rollo de canela esperándome en el carro.

-"Mi amor, qué tal tu día.". Y después de un beso, de esos que cálidos que me dejan con una gran sonrisa, me toma de la mano, caminamos un poco, como tonta no dejo de ver su sonrisa, él no me mira, su preocupación es que no me moje los pies, asi que vamos rodeando charcos y creando caminos sin hablar, me abre la puerta del carro, mira que nadie lo vea y me vuelve a besar, ésta vez con más pasión, con más fuerza. Tomo mi café y agradezco el azúcar del rollo que me trajo.

-"Tienes algo qué hacer". No, ¿A dónde me vas a llevar?

-"Con esta lluvia lo único que quiero hacer es llegar a la casa". Como es temprano y no tenemos pendientes me lleva al centro, solo daremos una vuelta y nos vamos a la casa, supongo. Pronto se estaciona cerca de nuestro lugar favorito de comida italiana. No estaba preparada, pero otra vez con cuidado me acompaña hasta la puerta cuidandome de la lluvia. Pizza, pasta y un buen vino; la verdad era que moría de hambre. Otra vez no dejo de ver su sonrisa mientras sigue hablando de sus clases, del trabajo, de nuevos proyectos e ideas para mejorar o empeorar el mundo, me hipnotiza su tono de voz.

Pero él no está.

Por suerte, todo es un sueño, me desperté asustada porque era tarde, aún no tengo mi consultorio, ni siquiera he terminado la carrera y él aun no está de regreso, pero confío en que regresará, además tengo antojo de café, rollo de canela y pizza.

J


domingo, 5 de septiembre de 2010

Esperar.te

Porque no existe otra persona en el universo entero con la que los planes a futuro sean tan ciertos, con quien para soñar no tenga los ojos que cerrar, y que con solo un beso las nubes se puedan alcanzar...

Porque no me veo en otra foto familiar, más que en la que tú sonrias a mi lado, porque quiero esa cena de navidad, y mandar tarjetas por correo...

Porque te quiero para siempre conmigo, haciendo todas esas cosas que locamente anhelamos, quiero cenar todas las noches contigo y platicar siempre de lo que en el día hicimos... porque quiero que mis hijos tengan tu boca.

Te espero porque no me imagino otro futuro distinto al nuestro, ese al que cada noche agregamos un nuevo ingrediente, y que sé que al final será más delicioso de lo que hemos planeado.

Te espero por que te quiero, y quererte es lo mejor que me ha pasado...

jueves, 2 de septiembre de 2010

Mi Libro de Arena

III

...No esperes que te olvide, No olvides que te espero

En la última camilla de un hospital al fondo de una salita llena de ancianos hay uno que no pasa de veinticinco. Perdió el conocimiento antes de cumplir los veinticuatro, según se lee en su expediente.

Una de las enfermeras, la que atiende al señor de al lado dice que nadie lo ha visitado, pero en este momento el paciente no se recupera ni empeora, está en un limbo, solo porque sigue respirando sabemos que sigue vivo, nadie por aquí ha hablado con él -"Es raro que no haya nadie que venga a verlo, aún a este señor testarudo vienen a verlo sus hijas, pero al muchacho aquél no hay nadie que se preocupe por él".

La señora de enfrente opina diferente, dice que solo hay alguien que viene a verlo, aunque ese alguien trabaja aqui, asi que no se si venga a visitarlo por obligación o en verdad quiera pasar algunas tardes con él. Es una doctora que siempre trae tacones. ¡Pobre muchacho! Siempre solo, a esa doctora solo la ha de ver en sueños, ojalá se despierte algún día.


J

miércoles, 1 de septiembre de 2010

Mi Libro de Arena

II

Ahora no eres tan solo un sueño, también eres mi insomnio...


Acostumbraba a salir a correr por las tardes, mi lugar predilecto era una pista olímpica, no se, me gustaba esa sensación al pisar el tartán, ilusoriamente me sentía en un lugar lejano, más ligero, más rápido, en los tramos de cien metros cerraba los ojos a veces, por suerte nunca choqué con nadie más. Mi hora predilecta eran las cinco de la tarde.

Esta historia no sucede sobre el tartán, mas bien sobre tierra algo suelta y algunas secciones empedradas. Todo pasó en el parque.

Ese Lunes andaba un poco más animoso por correr, talvez corriendo haría que el tiempo avanzara más rápido para que sucediera lo que no preví y cambió mi mundo. Cuando me ajustaba mis agujetas y después la sudadera para irme a mi casa al terminar de correr, en una de las entradas del parque me topé con alguien que no conocía, me abordó de manera jovial para preguntar la hora. Sus grandes y brillantes ojos cafés no dejaban de mirarme, su pretexto fué saber la hora, le enseñé mis muñecas en señal de que no traía reloj, no suelo llevar no por miedo a perderlo, sino por miedo a perderme yo en él. Yo no la conocía, pero después de mirarla bien me dieron muchas ganas de conocerla, la estrategia fué sencilla.

Saqué mi celular de mi bolsillo derecho, la miré, miré sus labios, estúpidamente creí que funcionaría mi estrategia: -"¿Y...Cómo te llamas?", ".....", "Que bonito nombre", ":$", -"Oye me das tu número de celular, asi te llamo un día y...te doy la hora". Sonreiste, viste que en mi celular decía que eran cinco para las seis y te dispusiste a caminar en dirección contraria a la que iba yo.

Mañana vuelvo al parque a las cinco, pero esta vez, llevaré mi reloj, ¡uno nunca sabe!


J

Mi Libro de Arena

I

Soy una victima más de mis sueños...

Te conocí cuando tenía poca conciencia de mi, el cuerpo humano era una marioneta animada por emociones de uno mismo y para pasar las tardes todo era tan sencillo como acomodarse en un buen lugar de una sala compartida para quedarte viendo una caja, creo que ya había ta-r-e-a-s, que si pienso en ellas en este momento son risibles y aburridas de composiciones de veintisiete símbolos.

Los íconos del momento no eran como los de hoy, antes luchábamos por la verdad y la justicia, se competía justamente por la chica más linda, se exploraba el mundo, los universos y los deportes; hoy basta darles el donde de hablar y estúpidamente reir a objetos inanimados para distraer a los más chicos.

La vida a los seis años es más simple, se reduce a hacer lo que los demás quieren que hagas. Al ir creciendo y darte cuenta que la vida nunca será igual de fácil todo se empieza a complicar. Tú lo sabes, yo nunca tuve esas ilusiones de los niños -"De grande quiero ser (inserte título de licenciatura aqui)". Yo me limité a hacer un gesto de indiferencia, decir que no sabía y seguir construyendo y destruyendo mis mundos y posibilidades. Casi dieciocho años después me sigo planteando ideas y posibilidades y desechándolas un par de segundos después.

Los viernes eran un día especial, en la escuela nos dejaban ir de "ropa normal" y había recreo y actividades deportivas en la Alameda, (Mi escuela estaba justo enfrente esos días). Recuerdo haber corrido un poco más que otros viernes y haber dormido menos que otros jueves. Me senté a descansar cerca del kiosco, en una de las bancas de piedra que lo rodean. Más niños pasaban por ahi, decidí acostarme y quedarme viendo el mundo de cabeza, fué cuando te vi.

Una pequeña de tres años caminando por el cielo con miedo a caerse y ensuciarse las rodillas, sus papás la cuidaban uno de cada manita, me pareció extraño que tu vestidito no se fuera hacia arriba hasta que recordé incorporarme, los pasitos me llamaron mucho la atención, eran rápidos y seguros como los del alguien mayor, algo extraño para una niña de tres años, pero supuse enseguida que era por la seguridad que le daban las manos de sus papás. Disfrutaba más el hecho de ir tomada de las manos que el placer propio de caminar. Notaste que estaba ahí sentado observándote, tus guías ni se percataron del niño que los observaba desde lejos. Te conocí en un instante en que las miradas de dos niños se cruzaron, lo supe todo pero lo volví a olvidar un par de segundos después.


J