Llovía

La lluvia se hizo presente con mayor fuerza. Había estado cayendo desde la tarde y conforme oscurecía, el agua parecía caer con mas prisa, como queriendo besar rápido la tierra. La noche nos alcanzó en la carretera y nuestro único refugio era aquél que nosotros mismos habíamos diseñado, por suerte conservabas un juego de llaves y el carro nuevo no había sido estrenado por esos lugares, nadie sospecharía, la lluvia apagaría cualquier grito en la oscuridad.

Las ganas parecían guiarnos, las luces blancas del carro de poco servían con esta lluvia q parecía nunca acabaría, ya se sentía el sudor en tus manos, las prisas y el temor a ser descubiertos me hicieron estacionarme lejos, no estamos preparados para semejante remojada, pero teníamos q correr para aminorar los daños, de la mano, tu ya tenías la llave entre tus dedos para abrir la primera cerradura, yo en mi otra mano cargaba la poca cordura q nos quedaba.

Al pasar la primera puerta nos sentimos seguros, pero aun expuestos, la lluvia no cesaba y lo único q alumbraba nuestro paso eran los relámpagos y las nubes grises q toman ese misterioso color cuando justo detrás de ellas brillan fuerte las estrellas.

De poco servían ya las prendas, el agua descubrió tu figura en la oscuridad, me urgía atravesar la segunda puerta y encontrar nuestro plan perfecto. Con agilidad abriste las puertas y yo preparé el fuego en cuanto entré al lugar acordado, parecía q todo estaba listo para que llegaramos, un sillón, una cobija olvidada días antes y la leña dispuesta solo para nosotros.

La urgencia de despojarte de la ropa mojada parecía mas una necesidad que una obsesión por tu figura, tú hiciste igual. El fuego nos terminó de secar solo para darnos cuenta que lo habíamos logrado y el sueño nos venció.

El amanecer nos encontró abrazados, la lluvia había terminado horas antes y todo olía renovado, tanto el cielo como nuestras sonrisas, el fuego de la chimenea se había consumido pero nuestros cuerpos ya se estaban encargado de encender la habitación.