miércoles, 19 de agosto de 2009

Anoche soñé

...Hacía frío, se veían personas abrigadas hasta la cabeza, botas, pantalones gruesos, suéteres, chamarras y abrigos, guantes, bufandas y uno que otro gorro. A lo lejos, neblina y todos ibamos encaminados hacia un gran edificio, alcancé a distinguir a compañeros del kinder y la primaria entre la multitud, aunque por la inercia de la gente caminando no me distraje en ellos y me hice camino para llegar antes que otros a ese edificio tan misterioso al que todos nos dirigíamos, parecía uno de esos museos antiguos con la particularidad de que no tenía fin si mirabas hacia el cielo, talvez solo se confundía por la espesa neblina y hacía imaginar a uno que era una especie de torre de babel.

Al llegar a lo que parecía la recepción me encontré con varios de mi familia y también de tu familia, pero no estabas tú, pregunté un par de veces y respondían q me estabas buscando y que hace un segundo estabas aqui, pero te habías internado entre la multitud para encontrarme.

Le di varias vueltas al vestíbulo buscándote, o por lo menos una cara conocida que me pudiera indicar en donde estabas. La búsqueda resultó en vano, al parecer todos te habían visto hace un segundo pero te habías movido haciendo la misma pregunta que yo, como si jugarabamos a las escondidas.

Recorrí una última vez la multitud con la mirada y al no encontrarte, decidí que sería mejor esperar a que todo se calmara y se despejara un poco la gente. Me registré y me dieron una llave y la indicación de que buscara mi habitación, no me dieron el número, simplemente que yo sabría reconocerla cuando la viera. Después de todo parecía que me encontraba en algún tipo de hotel.

Duré buen rato sentado esperando que se fuera yendo la gente, el tiempo caminaba lento, pero poco a poco me di cuenta que me quedaba solo en la recepción, todos se retiraron a sus habitaciones, tu también. Me percaté que no había elevador hacia los pisos superiores y solo una escalera de proporciones curiosas, el primer escalón era amplísimo, el segundo un poco menos que el primero, de tal manera que si mirabas hacía el décimo peldaño o más arriba se formaba un efecto interesante, ya que además de la reducción del tamaño, la escalera estaba hecha en forma de caracol, algo totalmente irreal, pero adornada del más fino pasamanos y una alfombra que evitaba la pesadez al subir cada escalón. Me dispuse a subir.

En esta escalera bizarra me topé con personas que me había topado más recientemente en mi vida, la preparatoria y la universidad, amigos y amigas, gente fugaz que había conocido un segundo pero su cara era conocida; a más de uno le pregunté por tí, éstos me informaron que hace rato que habías subido y te adelantaste con prisa por la escalera como desesperada por llegar hasta arriba.

Cada 25 o 30 peldaños te topabas con un piso, lleno de habitaciones, de gente corriendo en corredores o platicando sin parar fuera de sus cuartos, la primera planta estaba llenísima de gente, por lo que no me pareció que estuvieras ahi si los demás me habían dicho que subías casi corriendo.

Seguí subiendo y me seguía encontrando gente conocida, había pasado ya el sexto piso, a estas alturas, la escalera parecía más limpia, se notaba en la alfombra, aunque también era más angosta, en el primer escalón podrían subir fácilmente veinte personas en hilera hombro con hombro, pero aca solo podía caminar tres o cuatro, y parecía que se reduciría cada vez más. Ninguno de los pisos me había llamado la atención, parecían de un ambiente incómodo y como en recepción me dijeron que reconocería mi habitación, no creí que la mía estuviera ahi. También se reducía el número de gente que te topabas en la escalera, a los últimos que había visto era mis amigos, pero se fueron quedando en los pisos ocho o nueve.

Cada piso era diferente y uno progresaba cuando subía esos escalones de más, los primeros tenían puertas muy sencillas y plantas descuidadas por los pasillos. Pero cada nivel superior tenía alguna mejora o algo atractivo, puertas mas modernas o elegantes, mejor mobiliario fuera de las habitaciones, más limpios y más acojedores, de manera que daban ganas de quedarse en el piso nueve. Éste era lejísimos el mejor de todos, había muchísimas menos puertas, lo que hacía suponer que las habitaciones eran más grandes, además la escalera se reducía demasiado para ir hacia el piso diez, solo cabría una persona y si alguien deseaba bajar y subir al mismo tiempo tendrían que esperar en el otro nivel porque ni apretados podrían pasar dos personas. Caminaba ya hacía el pasillo del piso nueve cuando me percaté que estaba solo, aca no había gente afuera de las habitaciones ni ese murmullo de gente haciendo plática a sus compañeros de cuarto, todo era silencio, me detuve un momento y me asomé hacia abajo por la escalera, allá abajo estaban todas las personas que había conocido durante mi vida menos tú, pensé por un segundo bajar y recorrer todos los pisos en tu búsqueda, talvez te habías topado alguna amiga o un viejo conocido y habías decidido quedarte a platicar un rato.

El noveno piso era perfecto, pero el décimo sería mejor, y deshaciéndome de la idea de que te habrías quedado en algún piso de abajo me dispuse a subir. Hacia el décimo piso no eran los 30 peldaños que existían entre los niveles de abajo, lo que me dió la impresión que cualquiera se regresaría, por la dificultad de subir y porque parecía que no tiene fin la escalera, además la iluminación se volvía más ténue y más de uno se echaría para atrás.

Cuando llegué al décimo piso porfin, me sorprendí, solo había una habitación. No había nadie alrededor, busqué en mi bolsillo la llave que me habían entregado en recepción y me dispuse a abrir la puerta. Desepcionado me di cuenta que ésta puerta en particular tenía dos cerraduras, yo solo tenía una llave y ni siquiera intenté revisar si abría alguna de ellas.

Cargando mi abrigo en el brazo, sin guantes y cansado decidí mejor regresar, talvez en el noveno piso si podría encontrar mi descanso. Pero sucedió algo que no me esperaba, cuando bajaba ya las escaleras me topé con una persona sentada en un escalón, sollozaba. Yo quería bajar pero me daba pena hablarle para pedirle permiso dada su condición. Tenía un enorme abrigo y un bonito cabello, y el color de su sollozar me parecía felizmente conocido.

-¿Estás bien mi amor?

Incrédula y limpiándote tus lágrimas volteaste hacia mi. No se hicieron esperar más lágrimas en tus ojos y una serie de reclamos por que según tú no te había buscado y me había perdido con tales o cuales personas. No quise perderme en detalles y ahogué tus lágrimas en un beso, te expliqué lo de la habitación del piso diez con la esperanza de que tu otra llave fuera la indicada, todo parecía tener sentido. Caminé adelante de tí porque no podíamos cambiar de lugares dado que la escalera estaba tan angosta que nos obligaba ir así. Cuando por fin pusimos pie en el décimo piso, corriste hacia la puerta encajando tu llave en la cerradura derecha, oí un "click" perfecto, si era tu llave la indicada, rogaba a Dios que mi llave fuera la correcta para la cerradura izquierda, no había tenido la curiosidad de meterla hace rato cuando vi las dos cerraduras, me esperabas ansiosa y yo jugueteaba con la llave en mi bolsillo. Tu desesperación pudo más y de un movimiento brusco me la arrebataste del pantalón.

*click*

- ... ¡Mira!, si encaja. Ésta es nuestra puerta

1 comentario:

Vanelly dijo...

la puerta tenía solo dos llaves, porq solo dos corazones podian habitar ese cuarto, me encantó
porque si los demás se rendian a subir, nosotros lo logramos por el enorme deseo de llegar juntos a ese nuestro ultimo piso, las demás personas se fueron quedando en los pisos que les correspondían, en orden de importancia.
Así justo así visualizo nuestra vida.

Te amO hermOso

Gracias por todo y por tanto